jueves, 12 de abril de 2012

A dos ruedas

Mi primer vehículo a pedales fue un triciclo como éste, pero en color naranja y blanco. No tengo muchos recuerdos, salvo algunas imágenes con él en el patio de mi casa; eso sí, las llantas imposible olvidarlas.



Cuando tenía 5 años, me compraron una BH de color granate, con ruedecitas que más tarde mi padre quitaría. Fue comprada en el rastro en Sevilla, y si mal no recuerdo, no costó ni 5000 pesetas. Aunque no es de la misma marca, se parecía mucho a ésta:


La próxima llegó a convivir con la anterior, fue un regalo de un conocido pero duró poco tiempo ya que estaba vieja. Era de este estilo, pero más pequeña, cuadro de color negro pero no recuerdo la marca...




Pasarían un par de años hasta que tocó renovar. A pesar de mis intentos por hacer ver a mis padres que "necesitaba" una bici de montaña; decidieron comprar una flamante BH Bolero de talla media con la excusa de que así también podría usarla mi madre. Exáctamente igual que ésta, mismo color, mismo modelo, etc etc.


Una bici no muy masculina con la que conviviría algo más de un año hasta que llego mi primera bicicleta de montaña, tan deseada por cualquier joven de la época. Era el año 1992 y fui con mis padres a Carrefour (por aquel entonces Continente) a comprar la que había de oferta. Pero mi padre le echo en seguida el ojo a una Derbi Rabasa roja, 18 velocidades, cambio shimano, bielas de aluminio y lo que más llamaba la atención, el manillar con forma de "cuernos" (supongo que tendrá otro nombre). El caso es que a pesar de unas primeras burlas por tal característica; al poco tiempo rara era la bicicleta que no llevaba como accesorio dichos "cuernos".

Pensaba que encontraría fácilmente una foto, pero no... la más parecida es ésta, aunque a mi entender es algo inferior:


Con dicha bici pasé varios años: salía todas las tardes con ella, iba al río con los amigos e incluso a trabajar a un campo cercano con mi padre cuando se acercaba la temporada de la aceituna.

Por alguna razón y en algún momento la dejé abandonada en el patio de mi casa y acabó estropeándose (quizás que ya quedaba menos con los amigos cuando los estudios iban requiriendo más tiempo o la llegada del primero ordenador a mi escritorio,...).


Y desde entonces, que podríamos hablar del año 98, no he vuelto a tener una bicicleta propia... Hasta ayer! 14 años después (cómo pasa el tiempo), buscando algo que cumpliese la premisa de las 3B, me he hecho con una Rock Rider 5.3; y como Murphy no se da un descanso, hoy el día está pasado por agua.

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